HISTORIA DE UNA VILLA ENCANTADA

Prólogo:

Cuentos de la vida real, de esos que uno nunca creería vivir, de esos que parecen fantasiosos y cuasi ridículos, donde uno cree por error, que la gente es buena gente, pero el tiempo y la vida desenmascaran, dándole luz a las macabras intenciones que ajenas e incomprensibles, muestran que hay personas con brillo de fantasía, que ni precio le pondría, por tener cero valor.

Érase una vez, en un lugar no muy lejano, una pequeña comunidad que parecía encantada. Todos se mostraban felices, exitosos, y con vidas maravillosas...

Yo llegue con lo que quedaba de mi alma, para una vez más, empezar de nuevo.

El nuevo comienzo sonaba alentador, aunque flotaba en el aire de esa pequeña villa, una mezcla de envidias y un dejo de rechazos ocultos por cualquier mujer que brillara por sí misma.

Y aunque desconocían como fue el camino para llegar hasta allí, les resultaba más fácil y menos amenazante, creyéndose dueños de una supuesta verdad, la cual les daba el derecho y la impunidad para desacreditar, maltratar, señalar, desprestigiar, sin medida ni culpa, aunque no sabían de dolores, de caminos sinuosos, de traiciones, de angustias y soledades, de días oscuros, no sabían de cómo se llega, no sabían lo que se gana o se pierde en ese camino, no sabían... tampoco les interesaba saber, que se necesitan cortes profundos, marcas grabadas, algún que otro pulido y muchos años vividos, para llegar a diamante.

Se transformó en un juego macabro de te quiero y te integro, de somos y sos parte, juego que solo serviría en un futuro cercano para que sea más sencillo destrozarme, que ilusa fui, OBVIO que querían integrarme, ganarse mi confianza, esa era la mejor forma de conocer las debilidades, los errores y huecos que habitaban en mi alma y de esa manera poder sacar provecho de algo que brilla y encandila, aunque este muy lejos de ser oro.

Allí habitan Personas que declaran a los gritos lo buena gente que son, personas que sacan los brillos en sus ropas, porque sus vidas son miserables, aburridas, opacas, personas que declaran su amor alardeando fidelidades ficticias, "Señoras" que no recuerdan su pasado ligero, y digo "LIGERO" ya que jamás le faltaría el respeto a una PUTA que elige su profesión, ellas si son dignas de respeto, porque no ocultan quienes fueron, ni quiénes son, ni alardean con vidas exitosas donde solo se muestran caretas baratas compradas al por mayor.

Son esas mismas personas las que declaran públicamente y sin reparos, su aburrimiento, su desidia, su hartazgo, su repulsión para con sus pares, amigos, maridos, novios, cuando estos no están presentes. Son ellos quienes miran cual espejo y manifiestan amistades y amores incondicionales, para usar como desechos, sacando ventaja y provecho de esas relaciones, criticando con un cinismo que espantaría al mismo diablo.

Que no matan animales, y se alimentan de pasto, creyendo así ser mejores, que alardean títulos y destinos turísticos, como si algo de eso los transformara mágicamente en personas valiosas, son esas mismas personas, las que ocupan su tiempo en ver cómo desgarrar, manipular, y acusar a otros declarando que es en beneficio de todos; Intentando mostrar la bandera de la solidaridad y la beneficencia, pintada con mentiras absurdas y actuaciones dignas de un Gran Premio.

Son esas las personas que rompieron el encanto de la Villa Encantada, las que toman atribuciones inventadas, cual señores o señoras feudales regocijándose en un poder ridículo, corrupto y lo utilizan para despreciar a sus semejantes con ínfulas de superioridad.

Ocultando intenciones maliciosas buscando bajo la alfombra, algo que les dé una miserable razón para justificar sus bajos y resentidos sentimientos de celos, envidias, locuras e inseguridades, y la lista sería interminable para describir codicia semejante.

Y la historia continua con esas macabras locuras, que sufren los que disfrutan de sus vidas coloridas, soportando día a día a seres que en su vacío, sólo rompen con placer, lo que otro ha construido, con esfuerzo y con esmero, que llegaron hasta allí, sin pisotear las cabezas, solo ocupando sus días.

Pero prefieren culparnos, para justificar lo infeliz que se sienten con sus vidas y trasladando miserias, castigan como verdugos a los seres del entorno que tienen color en sus vidas.

Y si el tiempo hace justicia, sentirán en carne propia y de vuelta la pelota, lastimara las entrañas, en el punto que más duela por creerse con derecho de romper el sacrificio y mirar siempre lo ajeno.

Porque creen que el poder, les habilita las armas para matar a mansalva, a seres con brillo propio sin entender que su enojo es con sus propias vidas y que son los responsables, de la miseria adquirida.