Nuestro destino

Pon en mi hombro tus temores, te suplico con cariño,

pon tu frio en mi cobija y en mi alma tu sufrir.

Sigo siendo aquel mendigo de esa esperanza bendita

que da gracias a la suerte que me eligió para ti.

Aquí vengo desprendido de la sangre de mis venas,

yo que a Dios siempre he pedido me conserve para ti,

hoy le imploro como un niño, al ocaso de mi vida,

que su poder infinito sea todito sobre ti.

¿Si lo ves? Así el destino puso un lazo en nuestras vidas

y al faltarnos el cariño nos arrastra y nada brilla

Qué bonita es la esperanza cuándo Dios nos la concede

y nos llega en avalancha nuestra forma de querer,

nuestro amor no tiene precio, tú lo sabes bien mi amada

y aunque alguna vez sea necio, siempre vuelve a florecer.