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Blog Abierto - Arte Independiente

Una distancia, entre muchas

Una distancia entre muchas, es la que se marca entre una realidad y otra, sabiendo que lo que uno ve, no es lo mismo que lo que ve o percibe el otro… “otro”, qué palabra tan discriminatoria, que marca una grieta entre los “unos” y los “otros”. ¿Qué nos hace ser unos, y qué nos hace ser otros?

Para algunos, somos los unos, para otros, somos los otros, y así, sucesi-vamente, cíclicamente, en una espiral dialéctica de nunca acabar. ¿Cuál es la marca que nos hace dife-renciarnos entre nosotros, mas allá de las singulari-dades como sujetos, que nos hacen únicos… qué nos convierte en un “otro”?


Al “otro” se lo ve diferente, se lo margina, se lo deja fuera del sistema, ya sea por su condición de vida, es decir, eso que lo atraviesa como sujeto que hace que carezca de posibilidades, por su nivel educativo, por su ideología política, social, religiosa, entre otras, por su estado de salud, etcétera, etcétera, etcétera… ¿Etcétera? Qué palabra tan compleja, aunque no lo parezca… puede decirse que se usa para abreviar muchas cosas, cosas unas entre otras, similares o coincidentes, pero… ¿no reflejan una cierta ceguera ante la alteridad?

Los “otros”, que difícil y complicado, que concepto tan, pero tan amplio… ¿qué son los “otros”? Skliar nos dice que son los deficientes, anormales, diferentes… ¿qué marca la normalidad?: El primer anillo del poder, dentro del esquema de Alfredo Moffat. Donde un grupo reducido de personas tiene el poder y determina la norma, qué es normal, eficiente y funcional, generando un segundo anillo, donde están los discriminados que sostienen ese primer anillo, desde su funcionalidad, por ejemplo, los trabajadores, los que pagan los impuestos, los que generan que el flujo del sistema socio – político – económico siga circulando… pero… ¿qué pasa con los “otros”? entran en un tercer anillo, que no es funcional, pero es necesario, porque como en todo grupo, es necesario tener un chivo a quien culpar por lo que acontece en una sociedad… ahí entran los marginados, los que están fuera del sistema, los que son invisibles, deficientes, anormales, que no se ajustan a las normas, reglas o funciones útiles para el poder centralizado.

Nos encontramos en una sociedad dañada, sufriendo y derramando gotas de sangre en forma de personas que duelen, que desaparecen, que dejan de existir para el poder, por ende, para la sociedad. Esa franja “anormal”, duele, nos duele a quienes tenemos conciencia, a quienes quisiéramos cambiar, al menos, mínimamente, nuestra sociedad. Pero eso, ya es otro tema, complejo, que no es simple de abordar, pero no imposible, desde el razonamiento, la reflexión y la formación de jóvenes con una conciencia que dude de todo, incluso del mismo sistema, y se comprometa o quiera, o, simplemente, desee que algo cambie para mejorar la realidad, y promover una conformación integradora de la identidad de los sujetos, para que sean incluidos en un sistema capacitado para poder abarcarlos de manera significativa y sin marginalización alguna.


Por Mara Abigail Abrego

Escritora - Licenciada en Filosofía

Neuquen - Argentina

@Mara Abigail Abrego


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