Un secreto que libera
- Mara Abigail Abrego
- 20 sept 2021
- 3 Min. de lectura
¿Por qué se escribe? Se dice que libera, que revela secretos, que defiende la soledad, que es una necesidad, un acto de fe pidiendo fidelidad a través del cual se obtiene cierta gloria. No obstante, el acto de escribir retiene palabras, ya que no emancipa del todo al pensamiento.
Por este motivo, manuscribir tiene una estructura que se escapa en el habla, ¿por qué nos medimos o hacemos tan escueto aquello que queremos transmitir? Deseamos expresar tantas cosas que al redactar nos encontramos limitados, porque debemos buscar las palabras justas, emplear herramientas, recursos y tener una intención para con el lector aún sabiendo que está a la libre interpretación de quien lo recibe.
De este modo, si bien el escritor confiesa parte de su secreto, deja un antecedente inconcluso que les permite a otros lectores llevar a cabo un amplio análisis, logrando así descubrirlo y replicarlo. Asimismo, “escribir” puede definirse como un acto de rebelión, de aquello que queremos decir y no podemos o no sabemos cómo. De manera que, de repente, tras dos renglones quizás, se genere un impacto tal en el otro, que produzca y reproduzca de una forma libre y con astucia lo que se quiso transmitir.
En efecto, cuando se escribe, es como lanzar una bomba… y es que puede ser tan abrupto eso que deseamos expresar, que pocas veces mediamos entre el poder de las palabras y la posible interpretación del lector, y supongo, es esa la intención, pues cuando lo que se escribe queda impreso, se materializa y prevalece en el tiempo, caso contrario de lo que sucede con el lenguaje oral, que si bien nos brinda cierta libertad de expresión en cuanto a las formas y modos, tal como dice el dicho: "a las palabras se las lleva el viento".
Entonces, qué importante es escribir, poder tener la capacidad de articular todo lo que nuestra mente piensa para traducirlo e interpretarlo volviendo manifiesto aquello que estaba latente, listo para eclosionar. Por consiguiente, cuando leemos a quien escribe, algo de él se queda en nosotros, los lectores: una impresión, un sentimiento, una sensación, una idea vaga o profunda acerca de lo que el escritor quiso decir, y cuando nosotros nos hacemos propios de esos modos, de los dialectos, los modismos, las estructuras y las formas que le dan cuerpo a un texto, entramos en una instancia casi de letargo en el que las ideas fluyen, las imágenes vuelan y giran en nuestra mente hasta llegar al mero impulso que tienen nuestros dedos para sostener un lápiz y realizar los trazos precisos que acompañen y dibujen de manera escrita lo que viaja a miles de segundos por las infinidades de nuestro ser.
Por ello, creo que la importancia de escribir se da en el solo hecho de concretar las ideas de un modo en que nosotros mismos y quienes lean, se queden con algo nuestro, ya que nuestra impronta se traslada y deja huellas en todo quien interceda en posar la vista por un par de palabras talladas en un papel, donde ya no se puede escapar de prevalecer y subsistir en la memoria colectiva a modo de gráficos que muestran que ese sujeto: autor; fue parte de la historia, aún escribiendo su propia vivencia o cualquier otro género.
Finalmente, es importante destacar que es a través de la escritura el medio en que se conocen los inicios de nuestra lengua y ello evolucionará en nuevos aspectos que marcarán cada etapa que atravesamos en nuestras vidas y que quedarán a priori para las generaciones que vendrán y que es por eso, que escribir revelará los secretos más profundos de nuestra esencia y marcará un antes y un después en un escrito en un papel.








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