Respira

Dejaste lo que parecía estresarte para dedicarle más tiempo a personas que deciden sin preguntar, que de un día para el otro, desaparecerán..

Y te duele, te duelen los ojos de tanto llorar, la cabeza de tanto pensar, el estómago de la angustia, el pecho del desaforo, la mente...si, te duele la mente. Porque sabías que iba a pasar, porque ya te había pasado, ya lo habías dejado todo para que otro esté bien... Y en definitiva, te das cuenta que nunca lo estás, porque sos vos la que siempre tiene que quedarse mientras el resto se va... El resto puede elegir, decidir, y les es muy fácil, tan simple como abrir la puerta y salir, pero vos no, vos te tenés que quedar, porque si decidis lo mismo, hay personas que sentirán el mismo dolor que estás sintiendo vos hoy.

Entonces... ¿Cuando se va a terminar? ¿Cuando podrás decidir realmente?¿Cuando podrás abrir la puerta también e irte, como lo hacen todos?

Te espera un largo camino, que ya no tienes fuerzas para recorrer, porque todo lo que tenías planeado y pensabas para mejorar ya no sirve, nunca sirvió y no servirá.

Te quedas quieta por un momento, te sientas, respiras, imaginas diez mil formas posibles para dejar de existir, respiras, inhalas, exhalas... Esperas... ¿Esperas qué? Que vuelva... Que se arrepienta y cambie de parecer, pero sabes que no pasará, entonces sigues quieta, y son instantes, segundos que son eternos, donde comienza todo a pasar por tu mente, lo que fue, lo que es, lo que será, y lo que podría haber llegado a ser y no fue, o será...

Sigues respirando... Estás vacía, ya no queda nada más que un cuerpo que aún se mueve por inercia, porque el cerebro lo manda como a una máquina...

Y sientes que todo te duele, todo, porque descubriste tu peor momento y tu peor cara en esa puerta que se cerró delante de tus ojos, así, caída.. tomas un calmante, revisas que todo esté en orden, al menos lo que te rodea, porque tu mente vuela por todos lados y el caos es lo que reina en ella, pero tu entorno está en orden, entonces das unos pasos, miras, observas. Ves ese hueco que quedó, gigantesco, ese vacío que no podrás llenarlo con nada, esa risa que ya no vas a escuchar, esos bailes que no compartirás, así, de entre casa, ese celular sonando con audios que se escuchan a lo lejos porque seguro está haciendo otra cosa. Pareciera que lo sigues viendo ahí... Todo como si nada hubiese pasado. Y todo comienza a doler otra vez.

Qué malvada que es la mente, te ilusiona, te crea mundos que no existen, personas que ya no están, besos que no te darán... Pero te arremangas y sigues, en ese paralelismo, en el que, el otro aún sigue allí, mientras tú sabes que no es así, pero lo imaginas, lo vives, aún su aroma sigue en el aire, así que lo respiras... Respiras... Inhalas, exhalas... Todo en ese microsegundo, en el que todo cambió y nada es igual... Solo respiras, que es lo que te queda, hasta que un día tomes fuerzas y decidas no hacerlo más... Ahora, por el momento al menos, respira...