¿Gustas un pan?

Cuando yo era niña pasé por un sinfín de sinsabores. Tengo tan pocos recuerdos bonitos de mi infancia, que los atesoro como oro fino.

Recuerdo que mi mamá, viuda desde que yo tenía cinco años, se la pasaba trabajando para sacar adelante a sus seis hijas y al más pequeño, que era un varoncito.

Yo era la penúltima, la más chica de las mujeres; y uno de los recuerdos más hermosos que tengo de mi infancia, es despertar con un olor a pan:

Abrí mis ojos y mi mamá estaba sentada en la orilla de mi cama, con un baso de leche y una concha.

No fue tanto el pan, sino el hermoso gesto de mi mamá de tomarse el tiempo para llevarnos a mi hermana y a mi (las más chicas), un desayuno tan simple, pero lleno de amor; por eso, cada vez que compro una concha, puedo decir que, aunque todos los panes me gustan, la concha de pan es mi preferida.