Escuchando a Estela Núñez

Selena desayunaba con calma; con toda la calma del mundo. Era hora de ir al trabajo, pero no tenía muchas ganas. Había discutido con Rubén durante la cena, no pudo dormir en la noche y debía ir más temprano al trabajo a recibir una mercancía. No quería saber nada de problemas, de discusiones ni mucho menos números o notas de remisión. Quería distraerse, dejar de pensar por un momento. Terminó de alistarse y se subió al carro. Rubén la esperaba callado, siempre se iban juntos conversando y esa mañana no querían ni dirigirse la mirada. En cuanto ella se subió al carro, él prendió el estéreo queriendo evitar cualquier comentario o conversación y puso el vehículo en movimiento. Mientras la música sonaba, ella divagaba en sus pensamientos, iba meditando, imaginando la letra de aquella inoportuna canción: “Nadie antes que tú, llenó mis horas de ilusión”. «Serán de pesadillas», pensó. Se sentía tan ofendida que a cada frase de la canción comenzó a responder con enojo. “Nadie antes que tú, me ha dado tanto sin pedir”. «Claro, porque no pides, exiges». “Nadie antes que tú, encendió en mi corazón, la llama de este fuego, que se agita sin cesar”. «Pero de la rabia que traigo». “Se apagaría lejos de ti”. «Cuando me dejes en paz». Un semáforo los hizo detenerse y ella se asomó por la ventana y vio en una banca del paradero a una pareja de edad avanzada que se despedían con un beso. “Por amores cómo tú vale la pena vivir”. Se oyó la canción y su corazón se quebrantó en mil pedazos. “Por amores cómo tú, nace el sol cada mañana”. Las lágrimas luchaban por no salir de aquellos ojos que un segundo antes irradiaban enojo, pero que ahora estaban tristes. «¿Qué nos está pasando? ¿No era esa nuestra meta? ¿Estar juntos para toda la vida?». “Por amores cómo tú todo el tiempo es primavera”. «No, no todo el tiempo puede ser primavera, pero qué difícil es dejar a un lado el orgullo». Seguía sumida en sus pensamientos, sin despegar la mirada de la avenida, escuchando con tristeza la canción. “Por amores cómo tú, el dolor es esperanza”, «Nuestra esperanza. La esperanza de estar juntos siempre, a pesar de todo». “Por amores cómo tú, tengo un sueño aquí en mi piel”. «El sueño de luchar juntos y no el uno contra el otro; como lo habíamos prometido». “aprendí a ser feliz, por amores cómo tú”. «Sí, tiene razón. Porque, quién dijo que la felicidad es sonreír y estar bien siempre». “Por amores cómo tú, vale la pena vivir”. «Sí, mi amor. Vale la pena vivir, vivir y dejar el orgullo a un lado». “Por amores cómo tú, nace el sol cada mañana” … —Amor, perdóname —Frenó él, sollozando. Ella volteo y su cara estaba bañada en llanto. —Yo también lo siento, mi amor. Fue una tontería pelear de esa manera. Nada es más importante que tú y yo. —Discúlpame, tienes razón. Tengo que aprender a escuchar. —Y yo a decir las cosas. —¿Vale la pena? —Sí, mi amor. Vale la pena. “Y nada más profundo que tu forma de dar amor”. Seguía la música en el estéreo, mientras ellos se abrazaban el alma con un apretón de manos. Sus ojos se volvieron a encontrar y se cobijaron el corazón con su mirada profunda. Al fin se había derretido el hielo que los distanciaba, al fin sus corazones rebozaban de paz. “Y nada más romántico que una caricia al despertar y la ternura de tu mirada”. Ahora sí sus corazones armonizaban con la música, sus latidos se acoplaban a la letra para decirse cuánto se amaban. “Por amores como tú, Por amores como tú…

25 de mayo del 22