Ensayo sin título
- Ediciones Buena Vibra Arg
- 18 ene 2022
- 3 Min. de lectura

Empecemos por el final. Pensemos que, terminado este ensayo, continuamos sin saber nada. ¿Qué es lo peor que podría pasar? Simplemente habríamos perdido unos minutos de nuestra existencia en un sin sentido y tendríamos, al menos, el acicate de la cólera. Ahora bien, que sucedería si, en cambio, terminado este brevísimo viaje tuviésemos la certeza absoluta de que no hay vida después de la muerte, que las tragedias pasan porque pasan, que nada tiene un sentido oculto, que nuestras vidas mediocres y absurdas son solo vidas mediocres y absurdas; que Dios es un mago de Oz creado por los hombres para no sentirse tan solos, desprotegidos e intrascendentes, que no hay premios ni castigos, que no hay justicia cósmica, ni ley cármica que compense las injusticias sufridas, que hay maldad, perversidad y vileza con absoluta impunidad, que nuestra alma no es inmortal y que, en verdad, no tenemos ninguna…¿Seríamos más felices?
¿Acaso es posible algún atisbo, no digo de felicidad, ni siquiera de gozo, sino de practicabilidad del mero existir, entendiendo por “supremo conocimiento” lo dicho en el primer párrafo? Algunos no tolerarían que la verdad fuera tan chata, absurda y carente de sentido. Otros, entre los que me incluyo, encontrarían, en ese valle yermo de misticismos, la magia de la existencia, de la vida en cualquier forma y de la verdadera grandeza del ser humano. ¿Cuánto más valdría tu vida y la de tu prójimo si no existiese la reencarnación, si no existiese el paraíso, si no hubiera ningún premio? ¿Cuánto más vale la mano tendida al otro porque sí, por entender la grandeza de su milagro y valorarlo, y no por temor a un castigo?
No se tu nombre, no te conozco y, sin embargo, sé algo de vos. No hay, ni hubo, ni habrá otro igual a vos. No tenés ni vas a tener otra oportunidad de vivir tu vida. No habrá otras oportunidades de enmendar lo que hagas mal, ni de hacer lo que deseas hacer. No hay “Vos” después de la muerte. No vas a reencarnar. Nadie te perdonará ni te castigará después de muerto. Millones de espermatozoides generó tu padre por día, hasta el día en que fuiste concebido, y ese día, otros millones podían haber sido otro ser humano único e irrepetible, pero otro…no vos. Vos no existías antes de nacer. Sos una célula entre millones de millones de células, que se dividió y multiplicó hasta ser conciente de si misma. Nada más. Nada menos… el milagro es tan grande que buscamos empequeñecerlo con razones para no hacernos cargo de él. El reloj corre. Estás vivo. Si leés esto no solo sos el milagro de la vida, sos el milagro humano. Un ser conciente de si mismo, de su condición milagrosa y de su finitud. Vas a morir. Sí. Después no habrá nada para vos. Tus partículas pasarán a ser parte del mazo infinito y serás parte de otra cosa, como hoy millones de partículas son parte de tu cuerpo. Pero si en un mazo infinito la probabilidad de sacar dos veces la misma baraja es equivalente a cero, imaginate las posibilidades de que cada una de las partículas que te componen vuelvan a juntarse…
No te conozco y, sin embargo, sé algo de vos. Tu vida es hoy. Lo que hagas con el breve tiempo que dure tu milagro es tu problema y tu decisión.
¿Pesa?…claro que pesa… Pero decime: ¿no te sentís más vivo ahora que sabés la verdad?
Este ensayo no tiene título, tu vida tampoco.
Por @Javier Sierra Oxley
Escritor - Lanús - Argentina
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